Tuvo su origen en un estupendo milagro de San Francisco Javier. El Padre Mastrelli sufrió un golpe mortal de un martillo, del que sanó sorprendentemente. Viéndose herido y sin esperanza de vida, hizo voto en honor de San Francisco Javier de ir a las Misiones de Indias, si le concedía la salud. La noche última se le apareció el Santo animándole a cumplir su voto y a recibir el martirio en el Japón (como así sucedió). El P. Mastrilli prometió la especial ayuda del santo a cuantos le invoquen y también recomendó hacerle una novena. Más tarde, el P. Alejandro Filipucci, también curado por san Francisco Javier en 1658, compuso la novena y fijó com.
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